Artículos periodísticos

Grandes cambios en el campo argentino

Patricia Van Ploeg y Mercedes Rodríguez Guevara
3 de octubre de 1997
 Ambito Financiero

Los fuertes cambios en el sector agropecuario en el último año generaron un nuevo mapa en el mercado de campos en el país. Hoy, la Mesopotamia o Cuyo resultan tan interesantes para los inversores como lo eran, poco tiempo atrás, la mejor zona maicera o la mejor tierra apta para actividades mixtas. En efecto, las inversiones, internas o externas, apuntan a nuevas áreas de producción. Cítricos en Entre Ríos, ganadería en Formosa y Río Negro, jojoba en La Rioja, limones en Tucumán, forestación en Misiones resultan tan atractivos como lo eran meses atrás Pergamino, Venado Tuerto o Junín, clásicas zonas demandadas para agricultura.

Hoy se revaloriza más a las zonas denominadas "marginales" que tienen posibilidades para hacer mejoras que un campo "caro" que permite una rentabilidad escasamente superior a los anteriores. Aunque fuertes inversiones externas siguen apostando a los campos "top" de altos valores y rentabilidad baja pero más segura, otros sostienen que la compra de campos ya no es un negocio inmobiliario sino estrictamente productivo: se compra aquellas tierras que permiten realizar actividades agropecuarias rentables. Asimismo, hoy se tiene más en cuenta la calidad de la tierra y su potencial de obtener agua bajo la superficie, así como las mejoras, infraestructura y accesos. Hay productores grandes que optan por vender campos maiceros y sojeros a u$s 5000 la hectárea en la mejor zona del Norte de Buenos Aires y compran por menos de $ 1500 la hectárea en Entre Ríos o la mejor zona de San Luis (donde, para algunos expertos, se encuentran los mejores "acuíferos" del país). Invierten luego alrededor de $ 500 pesos por hectárea en equipos de riego y logran una rentabilidad mucho más alta que la de la zona núcleo, entre otras razones, porque no dependen de las lluvias para asegurarse la producción. Después de los dos últimos años de sequía que afectó a la Argentina, el riego ha sido el elemento determinante del negocio agrícola. Lo más interesante es que las tierras más caras del país no son precisamente las más aptas para el riego. Por eso los expertos se acercan a Entre Ríos o San Luis.

El campo hoy

El desarrollo de las economías llamadas regionales, que posteriormente impactaron en los precios de variados campos, se debe fundamentalmente a las obras de infraestructura en el interior del país que facilitaron los accesos al transporte. Por caso, los anuncios de que se hará el puente Rosario-Victoria y las obras en la autopista Rosario-Córdoba significaron anticipadamente un impulso para las tierras ubicadas en alrededores de ambos emprendimientos y provincias cercanas. Otro tanto ocurre con las perspectivas por la Hidrovía, o con el desarrollo del ferrocarril en Tucumán, que permite a productores disminuir costos, y la provincia ya registra un aumento de 80% en la siembra de soja y maíz ante la posibilidad de acortar los fletes y bajar gastos de transporte.

En este nuevo mapa de la inversión en campos se consolida un modelo que con apertura económica y mayor aplicación de tecnología permite incorporar zonas nuevas a la producción competitiva. De hecho, ante la posibilidad de invertir hasta u$s 5000 por hectárea en un campo para producir soja de alto rendimiento, muchos empresarios con tradición en el sector prefieren apostar a tierras en áreas con infraestructura para riego, de alrededor de u$s 1000 e invertir en equipamientos y mejoras.

"Por ejemplo, un campo en la zona núcleo (Pergamino, Venado Tuerto) que produce 3.500 kilos de soja por hectárea se cotiza en no menos de u$s 5.000 por hectárea, mientras que uno en la zona del NOA, con rendimientos promedio del orden de los 2.800 kilos, oscila entre u$s 1.000 y u$s 1200 por hectárea", confirman los especialistas.

En este contexto, los vendedores de tierras productivas opinan que no se debe esperar un nuevo boom de los precios de las tierras por considerar que ya han llegado a valores tope. Como informó Ambito Financiero el 10 de julio y el 8 de agosto, los campos de la zona maicera repuntaron 36,3% durante el último año y hoy se sitúan en u$s 4.500 contra u$s 3.300 de setiembre del año pasado; mientras en el área triguera se valúan en u$s 1.800 con un alza de 28,5% durante los últimos doce meses. Las tierras aptas para ganadería, crecieron 30% en zonas de invernada (u$s 1.750) y 71% los de cría (u$s 600).

Esto no implica que en el mediano plazo los campos ganaderos no puedan seguir teniendo mejoras en los precios en comparación con los agrícolas ante las buenas perspectivas del sector. No obstante, los empresarios de negocios inmobiliarios consideran que "primero deberá mostrarse la estabilidad de la demanda internacional y una definición precisa del tipo de carne que pide el mercado para que recién entonces se de un acompañamiento gradual de los precios de las tierras destinadas a la ganadería".

Las perspectivas favorables para la ganadería argentina también tocarán los intereses de la Patagonia, ya que los vendedores de campos consideran que "seguramente la producción ganadera se destinará a la exportación y se producirá un cambio en los hábitos de consumo locales en favor de la carne ovina, con la consiguiente revalorización de los precios de esos campos, que hoy están deprimidos".

"También se registra una creciente demanda de campos con producción ínfima o muy baja que se destacan por sus paisajes y lo frondoso de su naturaleza. Este es el caso de San Martín de los Andes, Bariloche, Esquel, que no guardan relación entre sus valores de venta (1.000 a 1.500 dólares por hectárea) y su capacidad productiva", dice Horacio Madero Lanusse, de Madero, Lanusse, Beláustegui.

"Más allá de la opinión generalizada acerca del interés por zonas 'marginales' hay una fuerte demanda de campos agrícolas de buena a muy buena escala de producción y de grandes extensiones", reafirma el especialista Madero Lanusse. No obstante, compras como las de Soros en zonas agrícola-ganaderas tergiversan un poco el mercado. Tanto como el interés de Benetton por el Sur o de los chilenos por Misiones. En muchos casos, se coincide, se despiertan excesivas expectativas de precios que finalmente se comprueban erróneas.

También se han producido reacomodamientos en los precios de las tierras de la Mesopotamia, donde conviven explotaciones forestales con grandes extensiones de arroz y campos de cría. La reciente instalación de empresas madereras chilenas dinamizó la actividad y, por ende, los valores de las tierras forestales del norte de Entre Ríos y centro y sur de Corrientes crecieron de 150 a 400 dólares por hectárea, valores considerados tope para los especialistas.

Por su parte, los campos arroceros han subido en forma proporcional a la caída de los precios de las desgastadas tierras brasileñas destinadas a este cultivo (de 130 a 300 dólares en menos de dos años). "El impulso para los arrozales de la Mesopotamia estuvo dado por la apertura del mercado y la liberalización de la economía -asegura, Guillermo Covertorn , importante productor de Santa Fe- Por eso los precios de campos arroceros repuntaron, ya que compran esas tierras los que industrializan y venden arroz". La Mesopotamia, se afirma, tiene el impulso que le da el Mercosur. "Los campos con aptitud forestal en Corrientes son muy buscados por los chilenos ya que tienen una ventaja logística -están muy cerca del gran mercado brasileño- que los hace muy interesantes en el sistema productivo."

En otra zona cercana se afirma que "la Ruta 9 que une Buenos Aires con Rosario marca una diferencia geográfica sustancial, ya que para el lado del río los campos se vuelven quebrados, con zonas de arroyos, libres de heladas y más apta para citricultura y hacia el interior del país, más meseta, con otras características productivas".

En cuanto a variación de precios, en la zona cuyana se dieron los mayores aumentos debido a las grandes inversiones que pudieron realizarse por el diferimiento impositivo permitido en la región. De este modo, tierras que no valían más de u$s 80 dólares en la década del '80 hoy se tasan de u$s 500 a u$s 800, valores que no serán superados según los entendidos.

"Brasileños hicieron inversiones en campos arroceros y forestales sobre el río Paraná y Uruguay -cuenta Carlos Pechini de la empresa Nordheimer -, texanos buscaron zonas ricas en minería, petróleo en el subsuelo y que además permitan desarrollar alguna explotación agropecuaria y están dispuestos a invertir u$s 2 millones pero no concretaron operaciones."

El perfil de la demanda también ha sufrido modificaciones. Mientras los grandes capitales internacionales apuntan cada vez en mayor medida no sólo a grandes extensiones del mejor nivel sino a las zonas marginales, los especialistas en ventas afirman que recientemente no es sólo el industrial, comerciante o profesionales quienes deciden invertir en tierras, sino el propio hombre de campo. "Ha comenzado una tendencia a apostar a nuevas tierras, preferentemente de campos mixtos o ganaderos, por parte de la gente tradicionalmente del sector", aseguró Carlos Pechini.

No obstante, se coincide en que "la elección de un campo depende del proyecto de inversión y del grado de intensificación que se plantee. Todos los campos son negocio pero hay que saber qué estructura de capital se requiere y cuánto se está dispuesto a invertir en mejoras. Cuando el capital es escaso hay que invertir en la actividad que uno sabe hacer", dice Covertorn.

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