Artículos periodísticos

De la especialización a la diversificación:
la tecnología del campo es el motor

Por Carlos Abalo,
El Cronista Agropecuario,
24 de Abril de 1997

El éxito de la reinserción argentina en el mundo depende en primer lugar de la demanda internacional de alimentos. A primera vista, parecería que es la misma matriz de la primera inserción, en las últimas décadas del siglo pasado, que la Argentina no habría podido sostener en el largo plazo. Sin embargo, las circunstancias son distintas y el aporte de productos de base primaria es más diversificado que en el pasado, pues incluye una vasta gama de alimentos (aceites y oleaginosas, cereales, carne, pesca, lácteos y frutihorticultura) y también gas, petróleo, minerales y, todavía en proporciones relativamente modestas, madera y pasta de madera.

La base de estos productos es primaria, pero la productividad por hectárea ya no es la misma que hace un siglo y ni siquiera que la de hace veinte años. En el campo pampeano tuvo lugar una revolución tecnológica que empezó con las semillas y sigue con las maquinarias, los fertilizantes y el riego; este último ayudará a extender los cultivos y a diversificar aún más la producción. La revitalizada fabricación de cosechadoras, tractores y repuestos para cultivos de alto rendimiento con una demanda mundial creciente podría volverse internacionalmente rentable y especializada. Los fertilizantes que demandará el agro, asociado a la expansión de la producción gasífera, hizo posible el polo petroquímico y las plantas para el tratamiento de gases.

La mayoría de los alimentos ya tienen valor agregado y, a medida que se hacen más complejas, las instalaciones para producirlos requieren tecnologías más avanzadas y, en muchos productos, envases con normas estrictas de calidad. La producción agropecuaria es cada vez menos de tipo primario: constituye el núcleo de un complejo diversificado que abarca equipos, repuestos, plantas de fertilizantes, construcciones especializadas, caminos, canales, riego. El tráfico para movilizarla necesita grandes flotas de camiones, vagones, locomotoras e instalaciones portuarias.

En el capitalismo global, la industria ya no puede desarrollarse a partir de un plan marginado del mercado mundial. La revitalización fabril argentina sólo podía apoyarse en las ramas tradicionales, porque la industria aparece cada vez más entrelazada con otras ramas y sólo es concebible con un eje plantado en el mercado mundial, aunque sus productos específicos constituyan un insumo de la producción exportable. Si esta última es dinámica y competitiva y gana mercados, los insumos pueden encontrar a su vez un espacio propio en el intercambio, generando nuevos ejes de inserción mundial. Es de esperar que lo hagan, porque aunque el agro ya funciona como un complejo industrial, el comercio internacional se concentra en países de producción diversificada, alto valor agregado y elevada tecnología.

La Argentina seguirá siendo un gran productor de alimentos en una época en que la vertiginosa expansión del Asia superpoblada revalorizará los recursos naturales, pero su propio desarrollo requerirá avances en las ramas más complejas, que seguramente van a estar cada vez más comprometidas con la producción de alimentos. Su única estrategia industrial posible es la diversificación a partir de la especialización.

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