Abel René Rodríguez
12 de setiembre de 1997
El Cronista Agropecuario
Argentina es el segundo consumidor, cuarto exportador y quinto productor de carne. Sin "vaca loca" desde siempre, "libre de aftosa con vacunación" desde fines de mayo, la Argentina se posiciona como altamente competitiva en los mercados más exigentes.
La producción nacional de carne vacuna fue de 2,4 millones de toneladas (equivalente res) el año pasado, según las cifras oficiales que son consideradas muy moderadas por la gran mayoría de los analistas privados.
Ese volumen resulta de un stock estimado de 51 millones de cabezas, aceptado como bastante realista por todos, al que se le aplicó una tasa de extracción o porcentaje de faena respecto del stock, del 23%, que representan 11,7 millones de cabezas con reses de 204 kilos cada una.
Los analistas privados coinciden en que esa tasa de extracción fue mucho mayor, a punto tal que algunos la ubican en el 26-27%, que implican una matanza de algo más de 13 millones de cabezas equivalentes a unos 2,7 millones de kilos.
Se sostiene que si la tasa de extracción hubiera sido, como dice la información oficial, de sólo el 23% y el stock cayó en unos 2 millones de cabezas al 30 de junio último, es obvio que la tasa de producción fue menor, algo que aparece como sumamente difícil de aceptar.
Es altamente probable entonces que en materia de producción de carne argentina sea el cuarto producto, superando a Rusia.
Si la producción mundial fue de 47 millones de toneladas, como dice la Subsecretaría de Alimentación y Mercados en el excelente informe realizado con motivo de la realización del Salón Internacional de la Alimentación -SIAL-, la Argentino contribuyó con un modesto 5 a 5,7%.
Si a los 2,4 millones de toneladas producidas el año pasado se le restan las 466 mil exportadas, quedaron para el consumo interno 1,934 millón, que divididos por 35 millones de argentinos, cada habitantes se comió 555,3 kilos el año pasado. El consumo sería de casi 64 kilos, como sostiene la mayoría de los analistas privados, si se mataron 13 millones de cabezas. Con esta cantidad seguiría Argentina detrás de Uruguay.
EE.UU. con 45 kilos, Australia y Canadá con casi 35, ocuparían el cuarto puesto. En la Unión Europea el consumo es de 20 kilos anuales y en el Sudeste Asiático no supera los 10 kilos, según el informe precitado de la Subsecretaría de Alimentos.
Claro, en el UE el consumo de carne de cerdos es de unos 42 kilos anuales y por estos lares de sólo 7-8 kilos. En el Sudeste Asiático comen 28 kilos de cerdo y de pollo 25 kilos (acá 21-22 suponiendo que el comercio en negro no existe). Puede agregarse al informe oficial que el promedio del consumo de carne vacuna en Argentina entre 1914 y la actualidad es de 77-78 kilos y que se llegó a 100 una sola vez, a mediados de los años 50.
Como se señalo, el año pasado la Argentina exportó 466 mil toneladas equivalentes con hueso (peso res), volumen que representó el 9,3% del comercio mundial, calculado en 5 millones de toneladas. Australia con el 21% del mercado, EE.UU. con el 16 y Nueva Zelanda con alrededor del 12 son los que nos ganan. EE.UU. que sólo nos compraba carnes cocidas y congeladas por la famosa aftosa, todo enlatado, fue el principal destino con un equivalente res de 80 mil toneladas, ubicándose en segundo lugar Alemania, con 60 mil toneladas.
La Argentina cuenta con el 49,5% de la 56.600 toneladas de cuota Hilton otorgadas por la UE. La cuota se conforma con siete cortes: Rump an Loin (bife angosto, cuadril y lomo), Rueda (nalga de afuera y de adentro y bola de lomo) y cortes del cuarto delantero (bife ancho sin tapa).
Sobre los cortes de más alta calidad que se exportan. En 1966 estos cortes oscilaron en alrededor de los 8.000 dólares por tonelada, contra un promedio general de algo menos de 1.900 dólares para todas las exportaciones.
Medio mundo sigue las pautas norteamericanas en materia de sanidad. Desde que EE.UU. reconoció a la Argentina como país libre de aftosa, el mercado para las carnes no tiene fronteras. Tiene sí, grandes limitaciones. Con el stock más bajo en muchos años sólo hay carne para el mercado interno y los cuatro o cinco clientes tradicionales más importantes, ya que los ganaderos comenzaron a recomponer existencias, como lo muestra Liniers. Y esto será así hasta más allá del 2000.
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