por Félix Sammartino y Carlos Correch
La Nación
Jueves 29 de mayo de 1997
PARIS.- Ayer fue un día de fiesta para la ganadería y para el país. Durante la 65a. sesión general de la Organización Internacional de Epizootias (OIE), los 146 países miembros reconocieron a la Argentina como libre de aftosa con vacunación, decisión que se formalizará en una reunión plenaria.
De esta forma se deja atrás la triste categoría de país aftósico que nos acompañó durante más de sesenta años. Carne argentina y aftosa fueron dos palabras que finalmente se terminaban juntando en algún momento de cualquier charla, discurso o informe comercial. Esto tuvo un alto costo para la actividad ganadera; algunos estudios económicos aseguran que en los últimos años se dejó de vender por 800 millones de dólares anuales. Por su parte, la campaña contra la aftosa le costó al sector privado cerca de 120 millones de dólares por año y al Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Agroalimentaria (Senasa) alrededor de 30 millones.
A las dos de la tarde, el presidente de la Comisión de Aftosa de la OIE presentó a la asamblea general los resultados que avalaban la recomendación para que la Argentina fuera aceptada como país libre de aftosa con vacunación. En el espacio otorgado para el debate ningún país presentó objeciones, con lo cual se dio prácticamente por aprobada la moción.
La delegación argentina, una de las más numerosas, compuesta por funcionarios, técnicos y dirigentes agropecuarios que participó de las reuniones de la OIE, festejó calurosamente la noticia. El secretario de Agricultura, Felipe Solá, señaló: "La erradicación de la aftosa es una muestra de la capacidad colectiva a la hora de transformar realidades adversas; el esfuerzo de los productores argentinos, el apoyo de los técnicos y la comunidad científica, la existencia de una vacuna eficaz, fueron elementos que permitieron controlar la enfermedad y cumplir con un objetivo que por mucho tiempo fue considerado utópico".
Una de las primeras consecuencias del status sanitario recién adquirido es la posibilidad de reformular los contratos de exportación que se negociaron bajo las condiciones de país aftósico.
Se tendrá la posibilidad cierta de incorporar cortes de mayor calidad y precio en muchos de los 94 países a los que actualmente se exporta. La carne enlatada le hará lugar paulatinamente a la carne fresca de alto valor. La resolución de la OIE es un significativo estímulo para una ganadería corrida hacia las zonas marginales por los mejores precios de la agricultura.
El doctor Luciano Miguens, vicepresidente de la Sociedad Rural, señaló que para los productores la repercusión que va a tener la nueva categoría sanitaria es enorme y los mejores precios no deberían tardar en llegar. "Este espaldarazo que nos dio la OIE es una muy buena señal para que los productores mantengan o aumenten sus stocks; de no hacer esto corremos el riesgo en el mediano plazo de no tener oferta para cumplir con la nueva demanda", dijo Miguens.
La nueva categoría sanitaria no es la definitiva sino parcial en el camino de ser país libre sin vacunación. Esta etapa es la que se viene, pero, según el presidente del Senasa, doctor Luis Barcos, se la deberá transitar con mucha precaución. "Debemos tener en cuenta que al dejar de vacunar las defensas del rodeo nacional bajan a cero en el término de un año. Cualquier virus que ingrese en el país puede causar un verdadero desastre. Antes de tomar la decisión de dejar de vacunar se debe asegurar el control de las fronteras, fundamentalmente la de Bolivia y Brasil, para disminuir el riesgo de ingreso de animales infectados."
Para mantener la nueva condición sanitaria y lograr el objetivo de dejar de vacunar, el Senasa posee un proyecto que tiene que ver con la evasión en carnes y que seguramente causará revuelo. "El Senasa toma a la evasión como un problema sanitario, porque la hacienda en negro tiene muchas probabilidades de no ser vacunada. Por este motivo, tengo a la firma una resolución por la que se mandará a faena inmediata cualquier tropa que circule sin la documentación sanitaria correspondiente. Además, vamos a clausurar e inspeccionar el campo del dueño de la hacienda", dijo Barcos a La Nación.
La apertura sanitaria de los mercados que da el certificado de la OIE no asegura automáticamente la exportación de nuestras carnes y las expectativas sólo se verán confirmadas en la medida en que exista una vocación y un esfuerzo por salir a vender. Después de la algarabía de estas horas tendrá que venir inexorablemente el trabajo silencioso y mancomunado de todo el sector.
En este aspecto se abre una serie de interrogantes porque la realidad todavía nos muestra algunas incongruencias que mucho tienen que ver con el sesgo antiexportador en nuestra ganadería. Se abren los mercados, pero, ¿ se los podrá abastecer?
Sin embargo, las preocupaciones por los problemas por resolver en el futuro no tienen lugar en estas horas felices. Y está bien que así sea, porque no hay motivo suficiente para empañar una verdadera victoria que se debe estar festejando en todas las mangas y corrales del país. La sabiduría del jugador de fútbol nos indica la actitud correcta cuando después de un triunfo y al preguntarse por el próximo adversario, contesta indefectiblemente: "Eso lo dejamos para mañana. Hoy vamos a festejar".
Solá: para el funcionario, lograr esta última etapa significará poder ingresar con carnes frescas en países que todavía se aferran al riesgo cero.
El secretario de Agricultura, Felipe Solá, señaló que la calificación de país libre de aftosa con vacunación de la Organización Internacional de Epizootias (OIE) representa la certificación formal de algo que ya ha logrado la Argentina y que es un status real de país con un riesgo mínimo en sus exportaciones de carnes desosadas.
Según el funcionario, la nueva calificación sanitaria certifica lo que se evidencia en el país en cuanto a la ausencia de focos de la enfermedad, un buen sistema epidemiológico, un servicio sanitario que lleva adelante la lucha muy seriamente, productores bien concientizados, organizados y respaldados jurídicamente y un control de las exportaciones muy importante.
"Esto es lo que se ha hecho en la Argentina y que ahora tiene una marca formal", señaló Felipe Solá a La Nación, para agregar que es como "la mitad de la condecoración final" que será el paso siguiente: la erradicación definitiva con la supresión de la vacunación.
¿En cuánto tiempo? La decisión requiere prudencia. "Eliminar la vacunación -dijo Solá- significaría ingresar con nuestras carnes frescas en Japón, Corea, Taiwan e Indonesia, que todavía se aferran al riesgo cero, pero hacerlo demasiado rápido sería un acto de imprudencia por el que podríamos perder todo lo ganado."
Explicó que el acceso a los mercados de Estados Unidos y Canadá y la resolución de la OIE implican para nuestro país una política sanitaria "más dura", de forma tal de tener mayor seguridad en materia de vigilancia epidemiológica. En la medida en que los objetivos se logren se va a ir acelerando la decisión de dejar de vacunar. Esto podría ocurrir por regiones, progresivamente, a partir de las que disponen de barreras naturales, como la Mesopotamia.
"La condición de país libre de aftosa con vacunación no implica por sí la apertura de los mercados sino que la Argentina posee un riesgo mínimo comprobable científicamente", dijo Solá. Así, por ejemplo, los Estados Unidos, Canadá, México y Cuba no necesitaron de la resolución de la OIE. Sus técnicos evaluaron aquí el riesgo y concluyeron que es mínimo.
Canadá ya abrió su mercado y los otros demoran por cuestiones burocráticas.
Además de esas naciones, hay otras, incluso en el sudeste asiático, que habilitaron sus mercados y ya están recibiendo nuestro producto, aunque en volúmenes casi simbólicos por la ausencia de una fuerte acción de promoción.
Otros países, como Japón, Corea, Taiwan e Indonesia, van a esperar la declaración de país libre sin vacunación. Pero el hecho de que Estados Unidos, Canadá, México, Cuba y otras naciones reconozcan ya nuestro riesgo mínimo y la nueva calificación formal de la OIE van a permitir una mayor presión sobre las naciones asiáticas que no aceptan el análisis de riesgo, ante las que podremos protestar mediante paneles en la Organización Mundial del Comercio, porque son signatarios del tratado sanitario y fitosanitario que estableció los conceptos de regionalización y de riesgo mínimo.
-¿A qué niveles de precios se puede aspirar en los nuevos mercados de riesgo mínimo?
-Los precios de los distintos cortes surgidos de la faena no difieren
demasiado entre países del circuito aftósico y el no aftósico, salvo por
diferencias de sus poderes adquisitivos. Pero, sin embargo, decimos que
vamos a tener precios mayores en el no aftósico. ¿Por qué? Porque vamos
a poder colocar cortes de carne fresca de alto valor y no sólo carne
cocida o enlatada.
La Argentina produce 40.000 toneladas de "rump and loine" para
exportación (17,5 kilos de los mejores cortes de la res del novillo tipo
exportación) y de ese total 28.000 toneladas tienen su colocación
asegurada a alto precio mediante de la cuota Hilton europea.
Las 12.000 toneladas restantes van también a Europa, pero como parte de
la cuota GATT que paga altos aranceles y a valores que son la mitad de
la Hilton. Si esas 12.000 toneladas se pudiesen colocar a 5000 o 6000
dólares en el mercado norteamericano, el poder adquisitivo de la
industria de exportación crecería en unos 15 a 20 centavos por kilogramo
en gancho, que podrían ser transferidos totalmente o en parte a la
producción.
-¿Esta diferencia hace rentable a la ganadería?
-Ya es rentable hoy; las quejas derivan de la menor rentabilidad relativa respecto de la agricultura. Pero con aquella mejora sería más atractivo producir novillos tipo exportación y también mejoraría el precio de la vaca gorda.
-La nueva condición de riesgo mínimo, ¿qué cambios puede implicar para la industria frigorífica?
-En la medida en que podamos aumentar nuestros mercados de exportación y que la ganadería entienda que puede mejorar el precio, la industria exportadora va a dejar de tener un sesgo en contra: el doble estándar sanitario y fiscal del que estamos tratando de salir igualando las exigencias para todos. Al fortalecerse, la exportación competirá en igualdad con el consumo y esto va a beneficiar a la ganadería y posiblemente atraiga un flujo de inversión importante en plantas que puedan mirar tanto hacia adentro como hacia afuera del país.
-¿Está preparada la producción para abastecer una demanda creciente de exportación?
-El elemento central es el precio. Es ingenuo preparar a la producción si el precio no es un indicador o un premio. La producción es rentable para su actual nivel, pero para que aumente tendrá que haber un poco más de premio. No es el Estado el que debe hacer crecer la ganadería, sino el precio.
-¿En cuánto tiempo estima que se comenzarán a ver los resultados de este nuevo status sanitario?
-Un año. En ese lapso seguramente vamos a tener un lugar de análisis diferente. Vamos a poder pararnos y preguntarnos: "Bueno, ¿cuánto hemos cambiado?"
Positivo: el nuevo encuadre sanitario de la Argentina constituye el punto de arranque de una etapa de crecimiento de las exportaciones.
En la actividad ganadera e industrial nadie duda de que la nueva condición sanitaria que acaba de obtener la Argentina ante la OIE tendrá favorables repercusiones económicas para esos sectores.
Pero a lo que pocos se animan es a cuantificar económicamente el beneficio y ponerle plazo para que comience a percibirse.
El ingreso en el club de países de riesgo aftósico mínimo no abre mágicamente las puertas de los mercados, pero nos pone nuevamente en competencia y promete recuperar parte del esplendor pasado, cuando hasta no hace muchas décadas la Argentina lideraba el mercado internacional del producto.
La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación ha realizado proyecciones, actualizadas este mes, sobre el impacto en nuestras exportaciones al acceder a mercados que hasta ahora pertenecían al circuito no aftósico y a los que sólo podíamos llegar con productos cárneos de bajo valor, como los termoprocesados y enlatados.
Las previsiones del organismo oficial reflejan un impacto casi inmediato sobre nuestras exportaciones, que se irá acrecentando progresivamente con el devenir de los años.
Para 1997 se proyectan exportaciones de 550.000 toneladas de carnes contra las 510.000 previstas inicialmente y las 460.000 embarcadas en 1996. Esto es consecuencia del inminente ingreso de nuestras carnes en el mercado norteamericano (que se adelantó a la decisión de la OIE), al que se destinarán 20.000 toneladas, y de la consolidación de otros conquistados recientemente, como Rusia e Irán, país este último con el que hay un negocio por 20.000 toneladas del que sólo faltan ajustar detalles.
La proyección oficial sigue una tendencia creciente para los años siguientes como resultado de la prevista consolidación de los productos argentinos, principalmente en los mercados del sudeste asiático, cuyas demandas se incrementan por el sostenido crecimiento económico de esa región. Los volúmenes proyectados son: 1998, 650.000 toneladas; 1999, 740.000, y año 2000, 800.000 toneladas.
En los medios privados no se manejan cifras sino conceptos no exentos de cierta cautela. La nueva condición que nos ha dado la OIE se considera "una buena noticia" que abre una instancia favorable. Pero debe ser abonada con el esfuerzo sostenido del sector para alcanzar la condición de país libre de aftosa sin vacunación, de modo de derribar las últimas barreras subsistentes (países que sólo aceptan el riesgo aftósico cero, como Japón y Corea. A esto se agrega, muy particularmente, la necesidad de promover nuestras carnes para que se las conozca en los nuevos mercados y se despierte así el interés de sus consumidores e importadores.
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