Artículos periodísticos

El día que llegó carne argentina a EE.UU.

Jorge Elías
La Nación
18 de mayo de 1997

CHICAGO, Illinois.- Tanto se habló de relaciones carnales que, por fin, los norteamericanos debieron hincar el diente en el manjar criollo después de más de seis décadas de veda. Y parece que les gustó, a juzgar por la perseverancia de las mandíbulas que trituraban ayer sin piedad parte de los 300 kilos de cortes frescos que llegaron de las pampas.

Esto sucedió en la jornada inaugural del show que organiza desde hace 34 años la National Restaurant Association (NRA), considerado aquí, en los Estados Unidos, algo así como la cita de honor de los empresarios gastronómicos, hoteleros y abastecedores de comidas por encargo.

El McCormick Place, enorme centro de exposiciones cuyos pabellones besan el lago Michigan, amaneció con suave aroma de comidas, como una gran olla a presión en donde medio mundo vino a mojar el pancito.

En este ámbito se realizó a mediados de agosto la velada previa de la convención en la que Bill Clinton y Al Gore recibieron el aval de sus correligionarios demócratas para aspirar de nuevo a la Casa Blanca.

Pero otro espíritu campea ahora aquí. De probar y de comparar comidas se trata desde ayer hasta el miércoles, de modo de corroborar la calidad y, después, hacer pedidos concretos de tal marca.

O de tal procedencia en el caso argentino, según explicó a La Nación el consejero agrícola en los Estados Unidos, José Molina, ya encaminado el ingreso de la cuota anual de 20.000 toneladas, también modesta para un país que gasta en comida 313 billones de dólares anuales, después de que Washington levante definitivamente las restricciones que pesan sobre ella a raíz de la fiebre aftosa.

En principio, el 24 de junio, una vez que la Casa Blanca publique la decisión en el Federal Register (Boletín Oficial), sería la fecha tope del primer embarque. Ese día, tentativo por ahora, expira el plazo habitual de tres meses parai el trámite en la Oficina de Presupuesto.

Hasta ayer, sin embargo, la carne fresca argentina continuaba prohibida. O, al menos, restringida. Por algo un veterinario del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, sus siglas en inglés) chequeaba a sol y sombra cada movimiento de José, el cocinero del stand, un tucumano radicado aquí que, contratado para la ocasión, debió usar calzado especial y cuchillo con mango de plástico, entre otras cosas, frente a la barbacoa a gas que emulaba la parrilla a leña y carbón.

El stand, patrocinado por la Secretaría de Agricultura, lleva el número 2815. Es uno más entre cerca de 10.000. En muchos de ellos, a diferencia de él, las glándulas pituitarias ni se inmutan por las destrezas de un efectivo lavavajillas o de un novísimo horno microondas.

Entre los empresarios de nuestro país figuran representantes de Nutryte, de Friar, de Cocarsa, de Nelson, de Argenbeef, de Arre Beef, de Argentine Beef, de Prinex, de Quickfood y de la Asociación de Criadores de Angus, entre otros.

Los 300 kilos de carne fresca, compuestos de lomo, bifes angostos y anchos y cuadril, arribaron el sábado a Chicago, según comentó el cónsul adjunto Carlos Layus. Desde entonces permanecieron en el aeropuerto bajo la atenta vigilancia del personal de Aduanas.

La carne, servida en trozos jugosos con un poco de pan sabe distinta de la que consumen los norteamericanos. La razón: el ganado vacuno se alimenta aquí con granos y allá con pastos.

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